Iyamí Ochooronga
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Iyamí Ochooronga
Iyami Oshooronga es la reina del culto de la
hechicería. Sus seguidores son los brujos y brujas, los cuales pueden ser
blancos, rojos y negros, que pueden ser buenos, malos o regulares. Todos ellos
conforman el culto de la brujería y son conocidos como Ajogún o Ajonjún,
Dignatarios de la noches, Ancianos de la noche.
Se les nombra
también Aje Awon Iyami (mis madres) o Eniyan o Eyele, cuando aparecen en forma
de pajaros. En la región de Benin se les conoce a Iyámi Oshooronga como
Oghhudian ni yason o Iquenromo.
Se cree que este es
el mundo de Oloddumare, que el Creador del mundo es bueno y que el quiere que
el hombre tenga lo mejor de la vida, por lo tanto, si existen elementos
evidentes de maldad, deben existir igualmente algunos factores responsables de
este quebrantamiento del flujo ordenado y uniforme de la vida. Así se introduce
la brujería para explicar las desgracias. Cuando en la vida social y doméstica
surgen ansiedades y tensiones, cuando las cosas no marchan de acuerdo con lo
previsto, cuando hay infecundidad, esterilidad, depresión o miseria, terribles
accidentes, o muertes prematuras, fracasos en los negocios, en los estudios y
otras actividades, los africanos culpan a la brujería. De esta forma,
cuestiones que de otra manera hubieran resultado difíciles de explicar,
encuentran una sencilla justificación.
Los Yorubás tienen la creencia de que las brujas
poseen unos pájaros que producen un chillido peculiar cuando vuelan en medio de
la noche en su trayectoria hacia el Ajo (lugar de reunión). Los ancianos que se
hallan fuera de sus casas o los que todavía están despiertos dentro de estas,
generalmente se dirigen al pájaro diciendo: A kiioso pe ki ode orisa o ma de,
bi ko ba ti de wara eni, ¡Onaire o!, "Uno no puede decretar que las
cazadoras de Orishas (las divinidades) no cacen, siempre que ellas no cacen a
nuestro vecino cercano, ¡buen viaje!"
Esta es una forma de
rogar a las brujas que no le hagan daño alguno al que suplica. Igualmente
demuestra que la gente cree que las brujas son seres terribles y que
constituyen una fuente de temor para los humanos. Al igual que los cazadores
salen en expediciones, las brujas salen en misión de búsqueda de seres humanos
a quienes poder destruir, por eso dicen.
Aje ke lanaa
Orno ku lonii;
Ta nio sai mo pe
Aje ana lo pa omo
je?
El pájaro de la
bruja chilló anoche;
el niño muere hoy;
¿Quién no sabe que
fue la bruja
chillona de la noche anterior
la que dio muerte al
niño?
El estudio de la
deidad Iyamí Ochooronga a través de las
historias del cuerpo literario de Ifá nos permitirá conocer con más profundidad
qué es en realidad el culto de la hechicería, cómo y por qué opera, y la forma
en que los seres humanos podemos librarnos de su influencia.
Según plantea Ifá la
única fuerza o divinidad que puede vencer la fortaleza de la brujería es el
Suelo/Tierra.
El juramento
propuesto por Orúnmila y Orichanlá a las brujas, fue tomado contra la
destrucción injustificada de las vidas humanas. Esto nos dice el por qué las
brujas no tienen poder para destruir a los verdaderos hijos de Oloddumare, así
como también a los seguidores devotos de Orúnmila.
El Odu de lfá Osá
Meyi nos cuenta, por qué ellos no matan a nadie a no ser que la persona se
halla opuesto al juramento prestado entre Orishanlá, Orúnmila y los hechiceros
(brujos).
Los hechiceros
(brujos) no matan a ningún hombre que realmente actúe de acuerdo a los
caracteres distintivos y tabúes proclamados por Oloddumare el Todopoderoso.
Orúnmila reveló que
originalmente los hechiceros (brujos) eran más considerados que los mortales
profanos. Fueron los seres humanos quienes primero los ofendieron matándole a
su único hijo.
Resulta que la
bruja, lyamí Oshooronga, y la profana, Ogbori, vinieron como hermanas al mundo
al mismo tiempo. La profana tuvo diez hijos, mientras que la bruja solo tuvo
uno. Un día la profana iba al único mercado disponible en aquel tiempo, llamado
Ojo Ajigbomekon Akira. Este se encontraba situado en el límite entre el Cielo y
la Tierra. Los habitantes del Cielo y la Tierra acostumbraban a comerciar en
común.
Como la profana iba
para el mercado, le pidió a Iyamí Oshooronga que le cuidara a sus diez hijos
durante su ausencia. La bruja cuidó a los hijos de la profana con esmero y nada
le sucedió a ninguno de ellos. Entonces llegó el turno a la bruja para ir al mercado
y le pidió a su hermana que cuidara a su único hijo en tanto estaba ausente.
Cuando Iyamí
Oshooronga se marchó, los diez muchachos de la profana se interesaron en matar
un pájaro para comer. Ogbori le dijo a sus muchachos que si ellos deseaban la
carne del pájaro, ella iría a los matorrales a cazar pájaros para que los
comieran, pero que no debían tocar al único hijo de la bruja.
Mientras su madre
estuvo en los matorrales, los diez muchachos se confabularon, mataron al único
hijo de la bruja, y asaron su carne para comer. Según los diez muchachos de
Ogbori estaban matando al hijo de la bruja, la fuerza sobrenatural de la última
le dio la señal de que las cosas por la casa no iba bien. Rápidamente desistió
de su viaje al mercado y regresó a la casa, solo para descubrir que su hijo
había sido asesinado.
Comprensiblemente,
estaba molesta porque cuando su hermana fue al mercado, ella se esmeró en
cuidar a sus diez hijos, sin que tuvieran ni un rasguño, pero cuando llegó el
momento de ella ir al mercado, su hermana no pudo cuidar de su único hijo.
Lloró amargamente y decidió recoger sus cosas y marcharse de la casa donde
vivía con su hermana.
Ellas tenían un
hermano con el que llegaron al mundo al mismo tiempo, pero que prefirió vivir
en medio del bosque porque no deseaba ser molestado por nadie. Este era Iroko.
Cuando Iroko oyó a la bruja llorando, él la convidó a que le dijera qué estaba
sucediendo y ella le explicó cómo los hijos de su hermana Ogbori mataron a su
único hijo sin que su madre fuera capaz de detenerlos.
Iroko la consoló y
le aseguró que desde aquel momento en adelante, ellos debían alimentarse de los
muchachos de Ogbori. Fue a partir de aquel día que, con la ayuda de Iroko, la
bruja comenzó a atrapar a los muchachos de la profana, uno a uno.
Orúnmila intervino
para detener a la bruja en la destrucción de todos los muchachos de la profana.
Fue él quien imploró a Iroko y a la bruja y les preguntó, qué aceptarían ellos
con el fin de detener la matanza de los niños de los mortales profanos.
Es así como Orúnmila
introdujo el sacrificio de (Etutu) el ofrecimiento a la Noche, el cual lleva un
conejo, huevos, buena cantidad de aceite y otros artículos comestibles.
Como Eshu, no
podemos antagonizar a las brujas sin el carácter adecuado. Solo tratamos de
saber a través de la adivinación (consulta) qué es lo que podemos ofrecerle
para procurar su apoyo en él y el momento en que les son entregados los
elementos que piden en sacrificio, en muchas ocasiones se despegan de la
espalda de uno. Aquellos que no entienden este aspecto de la existencia humana,
.son los que caen fácilmente víctimas de la brujería.
Oloddumare mismo
proclamó que el suelo (Otá Olé), debía ser la única fuerza que destruiría a
cualquier bruja o divinidad que trasgrediere cualquiera de las leyes naturales.
Este decreto fue proclamado cuando una poderosa doctora bruja del Cielo llamada
Eye to yu Oke to qu Orun fue comprometida en la destrucción de las divinidades
terrenales como consecuencia de su comportamiento malvado en la Tierra.
También vemos que el
poder ejercido por los Ancianos de la Noche, les fue dado por Oloddumare en el
momento en que Oloddumare vivía libre y físicamente con las divinidades. A las
brujas les fue dado el poder exclusivo para mantener la vigilia cada vez que
Oloddumare estaba tomando su baño, exactamente antes del canto del gallo.
Estaba prohibido ver a Oloddumare desnudo. A la divinidad bruja fue a la única
que se le dio esa autoridad. En ocasiones la divinidad bruja le dio la señal al
gallo de que Oloddumare había tomado su baño, después de lo cual el gallo
cantaba por primera vez en la mañana...
Oloddumare no
obstante, no dejó al resto de la creación sin esperanzas a merced de los
Ancianos de la Noche.
A través del oddu
Osá Oshé Orúnmila revelará cómo Oloddumare esperaba de nosotros que nos
protegiéramos contra los poderes de la brujería.
Había una hermosa
muchacha en el palacio de Oloddumare, que se encontraba preparada para casarse.
Oggún, Ozain y Orúnmila, estaban interesados en la muchacha. Oloddumare convino
entregar a la muchacha en matrimonio a cualquier admirador que probara ser digno
de su mano. La prueba a ser ejecutada a modo de elegibilidad para tomar la mano
de la muchacha era, cosechar un ñame de la finca divina sin romperlo, una tarea
aparentemente simple.
Oggún fue el primero
en ofrecerse para ejecutar la tarea. El fue hasta la finca y desarraigó al
ñame. Según lo sacaba, este se partió, lo cual claramente eliminó su
candidatura.
Ozain fue el próximo
en probar su suerte. El finalizó también con la misma experiencia.
Le llegó su turno a
Orúnmila para ir a la finca. El no se movió directamente a la finca. Decidió
conocer por qué aquellos que lo precedieron fallaron y qué hacer para triunfar.
Fue a una adivinación, durante la cual le fue dicho que sin que ninguno de ellos
lo supiera, Oloddumare había designado a los Ancianos de la Noche, para vigilar
la finca divina. Por esta razón, ellos eran los responsables de la conjura de
que los ñames desarraigados se partieran.
Le fue dicho que los
agasajara con razupo de judías, pan de maíz frío y todos los artículos de
naturaleza comestibles, y un conejo grande, y depositara el agasajo en la finca
por la noche. En consecuencia él ejecutó el sacrificio en la noche. Aquella noche,
todos los custodios de la finca divina celebraron la comida. En la misma noche,
Orúnmila tuvo un sueño, en el cual las brujas enviaban a alguien para decirle
que no fuera a la finca al siguiente día.
El debía ir al
siguiente día, al próximo día, las brujas colocaron un fuerte aguacero con el
objetivo de suavizar el suelo.
Después todas las
brujas tomaron un juramento solemne de no conjurar el ñame de Orúnmila a que se
partiera. Al tercer día Orúnmila se dirigió a la finca y desarraigó el ñame
exitosamente y se lo trajo a Oloddumare, quien al instante le entregó la
muchacha en matrimonio.
A través de la
investigación, se ha llegado a descubrir que ellos pertenecen a una esfera
cosmogónica, que les ha merecido el nombre de los Ancianos y dueños de la
Noche. A partir del odu Osá Meyi, ellos llegaron a asentarse en el mundo y se
convirtieron en poderosos. Tanto, que ninguna otra divinidad puede someterlos.
Ellos pueden desbaratar los esfuerzos de todas las demás divinidades que dejen
de darles su debida consideración.
Esta investigación
también demuestra que no son tan malos como en muchas ocasiones los pintan.
Como todos los grupos de cuerpos celestiales y terrenales, hay hechiceros
(brujos) benévolos y malévolos.
Probablemente, ellos
dirigen el más justo sistema de justicia. Ellos no condenan sin prueba justa y
acertada. Si alguien se les acerca con una acusación contra cualquiera,
considerarán todas las partes antes de tomar una decisión.
Los oddus Oché Osá y
Osá Meyi, nos dicen cómo las brujas llegaron al mundo y cómo dominaron a todas
las divinidades.
Veremos también a
partir del oddu Ogbe Irosun cómo los hombres de líe una vez decidieron
antagonizar con las brujas, como resultado de lo cual las brujas se retiraron
al pueblo de llu Omuo o Ilu Eleye en las afueras de Ife.
Desde su nueva
residencia, las brujas resolvieron despoblar a Ife matando sus habitantes uno a
uno. Después que Ife había perdido a muchos de sus hijos e hijas, los ancianos
decidieron librar una guerra en el pueblo de Eleye. Todas las tropas enviadas
para combatirlas nunca regresaron con vida. Todas las otras divinidades fueron
contactadas para salvar la situación, pero sus esfuerzos fueron neutralizados
por la habilidad superior de las brujas de Omuo.
Finalmente, Orúnmila
fue declarado mediante adivinación pública para ser el único capaz de
comprometerse con las mujeres. Tan pronto como fue contactado para el trabajo,
él hizo los sacrificios necesarios y en vez de dirigirse a Ilu Omuo con su
tropa, él fue con una procesión danzarina, la cual bailó de lleno en el pueblo.
Cuando las mujeres vieron una larga procesión de hombres y mujeres
esplendorosamente vestidos bailando en el pueblo con música melodiosa, se
dieron cuenta de que era tiempo de retornar a casa en Ife.
Después que ellos
conocieron lo que estaba sucediendo, todos regresaron a Ife y hubo una
reconciliación general y júbilo.
Otra vez, este
incidente ilustra claramente que no es fácil vencer las fuerzas de la brujería
a través de la agresión, sin recurrir a una autoridad superior. La forma más
fácil de tratar con ellas es a través del apaciguamiento.
Orúnmila no resuelve
ningún problema valiéndose de la confrontación a no ser que todos los medios de
conciliación hayan fallado. No obstante, en ocasiones él acude por auxilio a
las divinidades más agresivas para que les hagan trabajos sucios. El es una divinidad
muy paciente. El plantea que solo puede reaccionar después de ser ofendido
treinta veces y no obstante esto, le toma a él por lo menos tres años para
sentirse ofendido después de darle al ofensor amplia oportunidad para el
arrepentimiento.
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